Simulación estratégica: del aprender haciendo al aprender sintiendo

Giorgio Capogna
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La simulación estratégica tiene como objetivo producir una experiencia emocional correctiva seguida de una conversación reflexiva para transformar el cambio en aprendizaje.

Cuando hablamos de aprendizaje nos referimos a un proceso mediante el cual un individuo, en una secuencia de experiencias o enseñanzas, adquiere nuevas habilidades, mejora las que ya posee o agrega nuevas competencias, para desarrollar nuevas capacidades.

La simulación es un método privilegiado de aprendizaje, es un modelo educativo para adultos que pasa por la experiencia directa en la que se entra por completo, quedando involucrados y capturados. Durante una simulación, los participantes se “sumergen” en una tarea o entorno como si fuera el mundo real y el aprendizaje realizado durante el escenario se consolida con el posterior análisis de lo que se ha hecho, es decir, en el debriefing.

El camino del aprendizaje, incluso el que ocurre con la simulación, por lo tanto tiene que ver con lo que aprendemos tanto a través de lo que pensamos como a través de lo que experimentamos en acciones y luego reelaboramos.

La simulación estratégica introduce y le suma a todo esto el concepto de cambio, que se refiere a cuando un individuo cambia su forma de sentir y reaccionar ante las cosas. Si queremos desencadenar un proceso de aprendizaje, debemos hacer que la persona aprenda algo, mientras que si queremos desencadenar un proceso de cambio puede ser suficiente dejar que lo experimente.

El aprendizaje pasa por la comprensión, mientras que el cambio pasa por la experiencia.

Por lo tanto, para conseguir un objetivo basado en la teoría del aprendizaje, se pondrá en marcha un esquema de actuación basado en enseñar a hacer cosas. En la práctica, este es un training tradicional. Si, por el contrario, queremos conseguir un objetivo basado en el cambio, la formación descrita anteriormente ya no es suficiente. Será necesario hacer que las personas experimenten nuevas sensaciones, es decir, «experiencias emocionales correctoras» que transforman la forma en que sentimos las cosas y provocan reacciones en cadena que cambian por completo la relación entre el individuo y su realidad. Las dos visiones no son opuestas ni alternativas, sino complementarias y estrechamente vinculadas: si al cambio no le sigue el aprendizaje, las adquisiciones muchas veces no se estabilizan. Pero al mismo tiempo, si quieres lograr el cambio a través del aprendizaje, te enfrentas a una resistencia al cambio, que es más fuerte que el propio aprendizaje.

En base a lo dicho, la simulación estratégica parte precisamente de la teoría del cambio: tratamos de producir una experiencia emocional correctiva lo antes posible y luego explicamos lo sucedido, transformando el cambio en aprendizaje, que poco a poco se convertirá en adquisición. En la práctica, la simulación estratégica parte de los principios del diálogo estratégico y la comunicación estratégica aplicando las nuevas adquisiciones de la neurofisiología a la enseñanza.

Ahora se ha establecido que las dimensiones cognitiva y emocional están estrechamente entrelazadas y contribuyen a definir la acción. Mientras que el sistema cognitivo procesa constantemente la información comparándola, evaluándola, archivándola, descartándola, el emocional responde mediante modificaciones físicas de reacción y respuesta incluso más rápidas que las del sistema cognitivo. Esto quiere decir que el conocimiento no se reduce sólo al aspecto intelectual sino que también refleja percepciones, emociones, experiencias. El sistema nervioso interactúa con el ambiente cambiando su estructura neuronal e inmunológica. Esto implica que no sólo la inteligencia y la memoria, sino también las propias habilidades para la toma de decisiones nunca son exclusivamente racionales, sino que siempre están moduladas en relación con las emociones y las sensaciones, haciendo inseparables el ser, el sentir y el actuar. El sistema nervioso, por tanto, no se limita a procesar información sino que es capaz de generar un mundo a través del proceso cognitivo.

A partir de estos supuestos, la forma de hacer simulación cambia con el enfoque estratégico: se convierte en fuente y estímulo para el cambio. Con la simulación estratégica se adquiere la conciencia de que las percepciones y las emociones son tan importantes como las habilidades cognitivas, ya sean de carácter técnico o conductual y que es precisamente a través del cambio inducido por el sistema perceptivo emocional que se puede lograr un aprendizaje más sólido, profundo y duradero.

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