Hablamos con Carlos Rivera Prat, oficial de la marina chilena y médico que ha desempeñado un papel clave en la promoción de la simulación clínica en América Latina. Con profundas raíces en la medicina y las fuerzas armadas, ha entrenado a equipos médicos para la guerra y los desastres, y ha estado a la vanguardia de la introducción de técnicas de simulación en Chile, y en el resto del continente, transformando la forma en que los profesionales de la salud se preparan para los desafíos de la vida real. «Nada se consigue sin un equipo, una visión y la voluntad de triunfar», afirma al reflexionar sobre su carrera. En esta entrevista habla de su experiencia, del futuro de la simulación y de la importancia del aprendizaje continuo en un sector sanitario en constante cambio.
Hola Carlos. Y gracias por compartir ese tiempo con nuestros lectores. Solemos romper el hielo con una pregunta muy sencilla. ¿Puedes decirnos con tus propias palabras quién es Carlos Rivera Prat?
Soy hijo de una familia muy ligada a la Armada de Chile y a la medicina, mi padre y mis abuelos. Decidí estudiar medicina para ser Oficial de Sanidad de la Armada y así lo hice. Soy casado y padre de cinco hijos. Recién abuelo con un nieto y dos en camino. La docencia ha sido siempre mi mayor desafío y lo que más me gusta hacer.
En tu perfil de Linkedin escribes ‘Instructor de trauma y urgencias, con experiencia en simulación clínica’. ¿Puedes describir tu experiencia en simulación?
En mis tiempos de estudiante teníamos mucha actividad clínica directa y aprendíamos a “hacer” con los pacientes. La primera sutura fue en un paciente real, lo mismo con todo en mi carrera, incluso en la especialidad. Con la simulación clínica encontré ese espacio que faltaba, que permitía prepararse mejor y actualizar o mejorar las destrezas y competencias antes de llegar al paciente. Los cursos de trauma como el ATLS, luego el PHTLS me abrieron la oportunidad de aprender a valorar la importancia de sistematizar y avanzar. Mejoró mi preparación y mi rendimiento, mi trabajo en equipo y quise compartirlo. Me invitaron como instructor y luego lo demás fue historia. Desde entonces no he parado de hacer cursos, traer programas, inventar, probar y disfrutar enseñando y aprendiendo.
Como ya anticipé en esta columna, queremos presentarles a las personas que han desempeñado (¡y siguen desempeñando!) un papel importante en el desarrollo de la simulación en la asistencia sanitaria. Y, de hecho, cuando preguntamos por una figura icónica en Sudamérica, mucha gente mencionó tu nombre. ¿Por qué crees?
No tengo dudas de que no conocemos a todos, aún en países tan pequeños como es Chile, y siempre me alegra encontrar personas que llevan adelante sus sueños y lo hacen estupendamente. He tenido la oportunidad de desarrollar proyectos de simulación a gran escala, invitando a muchos a sumarse y yo creo que por eso mucha gente me ha conocido. Los que han hecho la diferencia, son los que se han “embarcado y navegado en esas aventuras y apoyado a realizarlas”. Nada se logra sin un equipo, una visión y voluntad. En eso ayudó mucho mi familia, mi colegio y la Armada. Los primeros cursos fuera de los programas de ATLS y PHTLS, fueron un curso de evacuación aeromédica avanzada para formar tripulaciones aeromédicas el 2002, cursos de medicina prehospitalaria en la Armada y un curso de medicina de combate junto a la Infantería de Marina de Chile, el mismo año. Allí nació la idea de traer un curso como el C4 (Combat Casualty Care Course) a Chile, pero adaptado a la realidad de Latinoamérica, y con mucho empuje, apoyo de la Armada y del Comando Sur de los EEUU, pudimos hacerlo, comenzando desde el 2003 con múltiples escenarios simulados simultáneos y que resultó muy provechoso para los alumnos, participando alumnos del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, de orden, seguridad y extranjeros. Copiando esa experiencia, comenzamos a avanzar en simulación y a invitar a participar en todos nuestros cursos a civiles, organismos como Bomberos, Sistemas de emergencia médicas, universidades, lo que permitió extender la simulación a ellos también. Creo que eso es lo que me hace figurar un poco más y de lo que estoy más agradecido, sobre todo, por la oportunidad de compartir con personas y organizaciones que, entrenando a entrenadores, multiplicaron lo aprendido e hicieron la diferencia con los pacientes.
Tal vez no te dije que hacemos preguntas un poco fuera de las reglas habituales. Si miras atrás en tu carrera, ¿a qué punto viajarías atrás en el tiempo para cambiarla?
Habría hecho más esfuerzos para haber ido a estudiar formalmente al extranjero la especialidad de cirugía y cuidados críticos de trauma. Tuve muchas oportunidades para hacer estadías, cursos, asistir a congresos, incluso me invitaron a exponer en algunos de ellos, embarcarme en un buque hospital y participar en un hospital que recibía a los heridos de guerra, pero siento que una estadía más prolongada y formal, me habría dado una mejor y más sólida formación en la atención del paciente politraumatizado, que es lo que más me apasiona junto a la docencia.
¿Cuál es el tipo de simulacionista que nunca querrías ser?
El que no innova, el que solo hace siempre lo mismo y el que tiene temor a cambiar o a equivocarse. Afortunadamente nunca he sentido que debo seguir siempre las reglas y busco las formas, obviamente dentro de lo que está permitido, para lograr los mejores resultados. Siempre pido ayuda, porque estoy convencido que hay siempre alguien con una mejor idea que me puede ayudar y trato, en lo posible, de recibir siempre el feedback de los alumnos y corregir para hacerlo mejor.
Cada vez más, las nuevas tecnologías, como la realidad virtual y aumentada o la inteligencia artificial, se abren camino en la cirugía. Y en la simulación y la formación en sanidad? ¿Cómo lo ves?
Creo que como en toda la historia de la humanidad, hay cambios y nuevas tecnologías, solo que el avance ha sido tan brutal, que no logramos comprenderlo todo ni podemos tener todo. El costo seguramente será una limitante y en la medicina en general, no está el concepto de seguridad tan bien arraigado como en aviación. Los errores en medicina son una de las mayores causas de mortalidad y morbilidad “evitables” y que causan un enorme perjuicio a los pacientes y a los sistemas de salud y financiadores. La simulación podría ayudar a corregir e impactar eso, pero aún estamos lejos de exigirlo como es en aviación. Creo que en eso hemos fallado y pese a todos los avances en las medidas de seguridad, estamos muy atrás de lo que se debería esperar para nosotros. Actualmente trabajo en la Universidad de los Andes, en Chile y hemos incorporado con gran éxito un nuevo modelo de aprendizaje híbrido que incluye realidad virtual, telemedicina y otras tecnologías, lo que abre nuevos caminos para una mejor docencia basada en simulación clínica.
Si tuvieras que escribir un artículo científico sobre simulación en cirugía para publicarlo en la prestigiosa revista Science, ¿con quién lo escribirías? ¿Y cuál sería el tema?
Primero, me encantaría poder tener el prestigio y calidad de los autores de una revista como esa, pero de poder hacerlo, lo haría junto a cirujanos con experiencia en docencia y referido al impacto que podrían tener los modelos anatómicos realísticos, o virtuales, para la adquisición de competencias en la formación de residentes de cirugía y subespecialidades.
Fuiste Oficial de Sanidad de la Armada de Chile, y leí en un artículo que toda tu vida has estado preparado para enfrentar una guerra. ¿Es eso cierto? ¿Me lo puedes explicar?
Efectivamente, fui Oficial de Sanidad en la Armada de Chile, llegando al grado de Capitán de Navío, que corresponde a “coronel o Captain” en otros lugares. Allí mi mayor aporte, si se puede llamar así, fue preparar al mayor número posible de “entrenadores” o “educadores”, para mantener el mejor alistamiento posible de nuestros equipos médicos, quirúrgicos, primeros respondedores y también a civiles, que, en caso de guerra, conflicto o desastre, pudieran hacer la diferencia. Nadie desea una guerra, pero las lecciones aprendidas nos muestran que la preparación debe ser en la paz. Lleva mucho tiempo y esfuerzo el estar listos para partir, para responder, para planificar, entrenar y equipar a los que desplegarán y realizarán el apoyo médico. Lo más interesante es que esa preparación nos ayuda a superar otras emergencias y en un país como Chile, con terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y otros desastres naturales, nos ayuda mucho el compartir y extender esa preparación a toda la comunidad.
En muchos sectores profesionales, la simulación se utiliza para certificar competencias y habilidades. Si no obtienes la certificación, no podrás ejercer la profesión hasta que realices un nuevo intento con éxito. En cirugía, ¿no se prestaría este modelo muy bien a garantizar la seguridad de los pacientes?
Si. Usamos la simulación, para validar títulos y especialidades de médicos extranjeros que desean ejercer en Chile, en un examen teórico a nivel nacional, y luego práctico, donde participan centros acreditados, que disponen de estaciones de simulación. También es parte de la formación de nuestros alumnos de programas de especialidades quirúrgicas, donde son evaluados con el uso de simuladores para certificar su competencia en procedimientos como la cirugía laparoscópica, endoscópica y robótica. Lamentablemente no hay la misma obligatoriedad que en otros sectores, como un reglamento o ley que así lo exija.
Antes de concluir, ¿cómo ves la simulación en Latinoamérica en el presente y en el futuro?
Creo que la existencia de sociedades de simulación como FLASIC y la incorporación de temas de docencia basada en simulación clínica en cursos y congresos de muchas especialidades en el continente, auguran un futuro muy auspicioso. Se aprende mucho al saber lo que hacen otros, al compartir ideas y hacer proyectos en conjunto. También es muy interesante lo que se está haciendo a niveles de ministerios o sistemas de salud, donde en algunos países, el estado invierte en centros de entrenamiento y certificación propios. Me parece una muy buena señal que muestra un creciente interés en el tema. En las Universidades e institutos profesionales es notable el avance en la docencia basada en simulación, la cooperación entre pares y la participación en foros, cursos y congresos.
Solemos terminar la entrevista con una pregunta un tanto descarada. ¿Cuál es el próximo congreso de simulación al que te gustaría ser invitado como ponente principal?
Es poco probable, pero si tuviera que elegir uno, diría el IMSH (International Meeting on Simulation in Healthcare) o el SESAM (Congreso de la Sociedad Europea de Simulación). Pero me conformo con que algún día me inviten a exponer a FLASIC (Federación Latinoamericana de Simulación Clínica), pues en Latinoamérica hay aún mucho por hacer.
Muchas gracias por esta agradable charla.
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