Charlamos con Alberto Zamboni, un piloto de aviación «aterrizado» en la simulación médica
Querido Alberto,
Comencemos con una pregunta directa: ¿te sientes más cómodo con un uniforme de piloto o de debriefer?
El uniforme de piloto lo elijo yo, en el sentido de la talla. El uniforme de debriefer está hecho a medida para los estudiantes, y depende de mí hacer que los alumnos se sientan cómodos reflexionando sobre su experiencia en la simulación.
Retrocedamos unos pasos… Cuéntanos cómo te acercaste a la simulación.
Es la simulación que se me ha acercado desde el principio. Incluso antes de acercarnos al avión real, somos arrojados a una especie de simulador. Ya sea una tableta para ver el funcionamiento de los distintos «órganos internos» del avión o una maqueta para practicar los peligros a bordo (fuego, humo, toboganes de emergencia) y finalmente dentro de un simulador de vuelo real que, piensas, a menudo cuesta más que el avión real.
Siempre se ha dicho que la simulación en medicina nació de la de la aviación… ¿Qué tienen en común la aviación y la sanidad?
Son dos actividades en las que el tiempo suele ser escaso, el riesgo es alto y casi nunca se trabaja solo. Estamos entrenados para ser perfectos pero no debemos creer que realmente lo somos. Estamos inmersos en un mar de saberes y al mismo tiempo nos sometemos a frecuentes baños de humildad.
Debemos aprovechar al máximo nuestro potencial y aceptar nuestros límites. ¿Qué mejor gimnasio para entrenar con seguridad?
¿Qué fue lo más difícil cuando empezaste a hacer el debriefer?
Considerar que hay puntos de vista diferentes al mío. Pudiendo «leer» el comportamiento físico, las señales paraverbales, el estado emocional y el estrés de los compañeros que habían simulado. Entender qué pensamientos guiaron sus acciones. El debriefing es un hermoso ejercicio de aceptación de la diversidad y la inclusión. Como decía Montaigne: “Ninguna frase puede aturdirme, ninguna opinión puede ofenderme por mucho que contraste con la mía. El ejercicio más útil y natural de nuestro espíritu es la conversación”.
¿Nos puedes contar más sobre tu trabajo con la simulación? Cuenta lo más interesante que te haya pasado en los últimos tiempos en simulación.
Propuse un fallo a bordo muy raro y en el debriefing razoné sobre los diferentes aspectos de la situación. ¡Menos de un mes después, el mismo conductor se encontró gestionando la misma situación en la realidad y con total satisfacción!
¿Cuáles son las solicitudes más frecuentes que te hacen como instructor de simulación?
Volver a proponer el mismo escenario que acabamos de vivir para gestionarlo mejor y con menos estrés. Y esto significa que como instructores no tenemos que jugar el papel altivo de «maestros» sino permitir que los colegas se vayan satisfechos con su experiencia de simulación, para proporcionar un verdadero empoderamiento.
Volviendo a tu trabajo en la aviación y la similitud con la medicina. ¿Alguna vez te has equivocado en tu trabajo? ¿Cómo te comportaste?
Como dijo O. Wilde, «Experiencia es el nombre que damos a nuestros errores». En la aviación se aplican tres reglas sencillas: los errores deben aceptarse, comprenderse y comunicarse.
Aunque muchas veces no es un error sino un evento. No hay solo un gesto, sino una cadena de acciones, no se trabaja en un vacío sino en un contexto y casi nunca solo, sino en un sistema de relaciones. Decimos «el colega a tu lado que te vigila no está para vigilarte sino para protegerte». Y junto a mí protege la seguridad del vuelo.
¿Es mejor una technical skill hoy o una soft skill mañana?
No tengo dudas: voto por soft skill. En vuelo, si se me escapa algún tecnicismo, tengo muchos recursos disponibles, en primer lugar mis compañeros.
Si bien también necesito soft skills cuando bajo del avión, en la vida cotidiana.
Una propuesta: ¿nos invitarías a un simulador de vuelo?
¡Me encantaría eso! Podemos jugar con seguridad. El único peligro real es… ¡volverse aún más apasionados!
