La herramienta de evaluación de la madurez de la simulación (SMAT) es un modelo innovador para medir el nivel de integración de la simulación en los procesos clínicos, organizativos y de gestión de riesgos. Basada en un cuestionario estructurado y un análisis de seis dimensiones, la SMAT ayuda a las organizaciones sanitarias a comprender su madurez en materia de simulación y a orientar las estrategias de mejora continua. Herramienta de autoevaluación y crecimiento, representa una brújula para potenciar la seguridad, la cultura de la resiliencia y el aprendizaje sistémico en el hospital.
Introducción
La simulación en la sanidad ya no es solo un método formativo: se ha convertido en una palanca estratégica para mejorar la seguridad, la calidad y la resiliencia de los sistemas hospitalarios. (Nickson et al, 2021) Pero, ¿cómo saber hasta qué punto una organización es realmente «madura» en el uso de la simulación como herramienta de gestión de riesgos y aprendizaje continuo?
Para responder a esta pregunta, se ha creado la Herramienta de Evaluación de la Madurez de la Simulación (SMAT), un innovador modelo de autoevaluación desarrollado por el Servicio de Calidad y Seguridad de los Pacientes del Hospital Regional de Bellinzona y Valli (ORBV) en colaboración con el Centro de Simulación (CeSi) del Centro Profesional Sociosanitario Médico-Técnico (CPS-MT) de Lugano. La SMAT mide el grado de integración de la simulación en los procesos clínicos y organizativos, ofreciendo una brújula para orientar la mejora sistémica.
De los modelos de madurez a la simulación sanitaria
Los modelos de madurez son herramientas de gestión organizativa que permiten evaluar el nivel de desarrollo e integración de los procesos y competencias dentro de una organización. Muy extendidos en muchos sectores, también se aplican cada vez más en la sanidad, donde ayudan a comprender en qué medida un hospital es capaz de mejorar de forma sistemática, pasando de prácticas fragmentadas a procesos estructurados y sostenibles en el tiempo. Como afirman Chassin y Loeb (2013), los modelos de madurez son herramientas de autoevaluación que permiten a las organizaciones medir su nivel de desarrollo, identificar áreas de mejora y promover un proceso de crecimiento continuo.
Una revisión reciente de 2024 (Aiwerioghene et al, 2024) identificó hasta 19 modelos de madurez útiles para la gestión hospitalaria. Estos modelos ayudan a las organizaciones a evaluar y mejorar su rendimiento, especialmente en contextos complejos como los hospitales, donde es necesario equilibrar la calidad, la seguridad, la eficiencia y la sostenibilidad económica.
De esta revisión se desprenden algunos ejemplos significativos, como los siguientes:
- High Reliability Health Care Maturity Model (HRHCM): evalúa la capacidad de un hospital para convertirse en una high-reliability organization, con un liderazgo orientado a la seguridad, procesos sostenibles y mejora continua.
- Healthcare Analytics Adoption Model (HAAM): mide el uso de datos y análisis predictivos para optimizar la atención y reducir los costes.
- Continuity of Care Maturity Model (CCMM): evalúa la capacidad de coordinar la asistencia entre múltiples contextos y profesionales.
- Business Process Orientation Maturity Model (BPOMM): ayuda a comprender en qué medida los procesos clínicos y organizativos están integrados y orientados a la mejora.
Todos estos modelos comparten un principio: una organización madura es aquella que aprende de sí misma y sistematiza los procesos de mejora.
De la simulación a la madurez organizativa
Sobre esta misma lógica nace la Simulation Maturity Assessment Tool (SMAT), desarrollada por el Servicio de Calidad y Seguridad de los Pacientes del Hospital Regional de Bellinzona y Valli (ORBV) junto con el Centro de Simulación (CeSi) del CPS-MT de Lugano.
La herramienta permite evaluar en qué medida y cómo se integra la simulación en los procesos clínicos, formativos, organizativos y de gestión de riesgos.
En los últimos años, el ORBV ha integrado la simulación en las prácticas de gestión de riesgos clínicos, convirtiéndola en un verdadero motor de aprendizaje sistémico y pilar de la cultura de la seguridad. De hecho, un sistema sanitario puede considerarse maduro en la gestión del riesgo cuando utiliza la simulación no solo para formar a los profesionales individuales, sino también para probar los sistemas, identificar vulnerabilidades en los procesos y prevenir eventos adversos antes de que puedan ocurrir en pacientes reales. Este enfoque, en línea con la filosofía Safety-II de Hollnagel (2014), centrada en la adaptabilidad y la resiliencia del sistema, se ha probado en la ORBV a través del proyecto SIMPAS (Simulation for Patient Safety) con resultados tangibles en términos de mejora cultural y sistémica (por ejemplo, mayor seguridad psicológica e interceptación proactiva de cuasi accidentes). (Rabito e Ingrassia, 2025) .
A diferencia de otras herramientas que miden la calidad de los centros de simulación, el SMAT analiza toda la organización sanitaria: la cultura de la simulación, la gobernanza, la planificación y el impacto sistémico de las actividades. El objetivo es analizar en qué medida la simulación forma parte del ADN operativo y cultural del hospital, es decir, comprender en qué medida la simulación contribuye a la seguridad, la resiliencia y el aprendizaje organizativo. De este modo, la simulación se convierte no solo en una técnica formativa, sino en una palanca estratégica para comprender y mejorar el funcionamiento del sistema, anticipando los puntos críticos y reforzando la resiliencia.
Estructura y funcionamiento del SMAT
El SMAT se basa en un cuestionario de 24 preguntas con escala Likert (1-5), articulado en seis dimensiones de análisis:
- Recursos: infraestructuras, personal, tiempo y apoyo dedicados a la simulación.
- Planificación y gestión: presencia de una estrategia estructurada y seguimiento de las actividades.
- Diseño y evaluación: capacidad de crear escenarios coherentes con las necesidades reales y medir su impacto.
- Cultura y competencias: difusión de una mentalidad orientada a la seguridad y al aprendizaje.
- Estrategia y gobernanza: alineación entre la simulación y los objetivos empresariales.
- Comunicación y colaboración: integración entre profesionales, servicios y niveles de decisión.

Para cada pregunta se describen cinco niveles de madurez (inicial, intermedio, avanzado, optimizado, excelente).

La compilación, realizada por un grupo interdisciplinario (gestores de riesgos, formadores, médicos y directivos), proporciona una representación visual en forma de gráfico radial que muestra las puntuaciones medias de cada área.

Esta «fotografía» permite identificar los puntos fuertes y las áreas de mejora, así como definir una hoja de ruta de desarrollo coherente con la estrategia empresarial. En ORBV, por ejemplo, el análisis SMAT condujo a la mejora de la formación de los facilitadores, a la creación del grupo interdisciplinario SIMPAS y a la integración de la simulación en los eventos empresariales dedicados a la seguridad de los pacientes, como la
Un modelo para aprender y adaptarse
El SMAT se inspira en el principio de la continuidad operativa: la norma ISO 22301 exige pruebas y ejercicios periódicos de los planes de emergencia, incluidas simulaciones realistas. El SMAT explora dimensiones que van desde la cultura organizativa y la formación, pasando por la gestión de los riesgos clínicos, hasta la capacidad de la organización para adaptarse y responder eficazmente en contextos complejos.
Durante su desarrollo, también nos inspiramos en los principios de mejora continua propios de diferentes modelos de calidad, como la norma ISO 9001, los criterios EFQM o las normas ISO 7101 más recientes, con el objetivo de crear un marco estructurado para la autoevaluación y el crecimiento organizativo. Siguiendo esta lógica, el SMAT se ha diseñado como una herramienta de autoconciencia sistémica, basada en una representación de radar que permite visualizar de forma inmediata los puntos fuertes y las áreas de desarrollo. Este método permite a la organización no solo evaluarse a sí misma, sino también orientar estratégicamente las acciones de mejora, en línea con una visión evolutiva e integrada de la simulación. Lo consideramos una especie de brújula para orientar a las estructuras sanitarias en su proceso de aprendizaje organizativo a través de la simulación. El modelo se encuentra actualmente en fase de implementación piloto y esperamos perfeccionarlo con los comentarios de la comunidad de profesionales de la seguridad del paciente. Esperamos que contribuya a aumentar la resiliencia organizativa también en otras realidades sanitarias, proporcionando un lenguaje común y un punto de referencia para integrar la simulación en las estrategias de gestión de riesgos y, en general, de mejora continua.
Conclusión
La Evaluación de la Madurez de la Simulación es, por lo tanto, una herramienta orientativa concebida no solo para reflejar la situación actual, sino también para diseñar el futuro de forma resiliente y sostenible. Esperamos que se convierta en un punto de referencia para el intercambio y el diálogo entre diferentes estructuras sanitarias, favoreciendo el intercambio de experiencias y apoyando el proceso de evolución organizativa en la gestión de la seguridad. En cuanto a los desarrollos futuros, tenemos la intención de poner en marcha un proceso de validación externa de la herramienta, mediante la participación de una comunidad interdisciplinar de expertos (gestores de riesgos, profesionales sanitarios, expertos en formación y simulación) que, a través de un proceso estructurado, esperamos que contribuyan a perfeccionar aún más el modelo, consolidando su validez, fiabilidad y adaptabilidad a lo largo del tiempo. El objetivo final es hacer crecer una comunidad que comparta resultados, adaptaciones y buenas prácticas, promoviendo una cultura de simulación in situ como palanca estratégica para la seguridad y la resiliencia organizativa.
Para manifestar su interés en la validación del modelo, puede escribir a: giovanni.rabito@eoc.ch.
REFERENCIAS
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