Nuestro redactor jefe Pier Luigi Ingrassia comenta cómo la adaptabilidad de la simulación mejora la educación sanitaria en diversos contextos y disciplinas, y presenta las novedades del último número de SIMZINE
Muy a menudo hablamos de la adaptabilidad de la simulación, pero quizás sin comprender su verdadero significado. Pero este número de SIMZINE creo que ejemplifica este concepto, refiriéndose a su utilidad. Tanto si se aplica en hospitales rurales con recursos limitados como en sofisticadas instituciones académicas, la simulación demuestra constantemente su valor adaptándose a los retos únicos de cada entorno. Y permíteme explicar cómo la simulación se eleva para satisfacer necesidades diversas, como demuestran una serie de artículos que invitan a la reflexión. May Sissel Vadla’s Implementation of Simulation When Time is Scarce, and Resources Are Limited» destaca cómo la adaptabilidad de la simulación puede conducir a profundas mejoras en los resultados clínicos, incluso cuando se enfrentan a considerables limitaciones de recursos. Vadla relata la trayectoria de un hospital rural de Tanzania, donde el personal mejoró la atención a los recién nacidos que no respiraban adoptando técnicas de simulación de bajo coste y gran impacto. A lo largo de seis años, a pesar de contar con equipos y personal limitados, el hospital logró un éxito notable mediante simulaciones repetidas y cuidadosamente estructuradas. Este caso subraya que el verdadero poder de la simulación no reside sólo en los equipos de alta tecnología, sino en su hábil aplicación, que permite incluso a los centros con recursos limitados lograr mejores resultados mediante el aprendizaje práctico y la mejora iterativa.
En el extremo opuesto, el libro de Richard Helyer Virtual Patients to Teach Large Classes: La experiencia de la Universidad de Bristol, de Richard Helyer, muestra la adaptabilidad de la simulación en un contexto completamente distinto. Enseñar fisiología a grandes grupos de estudiantes requiere métodos innovadores para garantizar el compromiso y la retención. Helyer y su equipo aprovecharon las simulaciones de pacientes virtuales para crear un entorno de aprendizaje interactivo para hasta 250 estudiantes simultáneamente. Este enfoque permitió a los estudiantes participar activamente en la simulación, fomentando un compromiso y una comprensión más profundos, a pesar del gran tamaño de la clase. El éxito de la Universidad de Bristol pone de relieve cómo la simulación puede ampliarse para responder a los retos de la educación moderna, manteniendo la interactividad y el aprendizaje activo incluso cuando los métodos tradicionales podrían flaquear.
Estas historias contrastadas, desde un hospital rural de Tanzania hasta una gran institución académica del Reino Unido, ponen de relieve la notable capacidad de la simulación para adaptarse a circunstancias y exigencias variables. Esta adaptabilidad se ilustra aún más en otros artículos de este número, que examinan la integración de la simulación en sistemas sanitarios más amplios.
Tomemos, por ejemplo, las ideas compartidas por Luca Carenzo y sus colegas en Clinical Governance: Hard Wiring Quality and Simulation. Su artículo profundiza en el potencial infrautilizado de las simulaciones clínicas in situ para mejorar la seguridad del paciente abordando los riesgos del mundo real. En muchos entornos sanitarios, existen estructuras de gobierno clínico para garantizar la responsabilidad y la mejora continua de la calidad. Sin embargo, la simulación suele permanecer aislada como herramienta de formación, en lugar de integrarse en estos esfuerzos de seguridad sistémica. Carenzo argumenta que la simulación clínica -especialmente las simulaciones in situ que tienen lugar en entornos clínicos reales- tiene un potencial sin explotar para identificar riesgos de forma proactiva, mejorar la notificación de incidentes e impulsar informes estructurados que conduzcan a mejoras significativas, basadas en datos, en la atención al paciente. De este modo, la simulación puede ser un componente vital de la gobernanza clínica, que integre la calidad y la seguridad en el tejido de la asistencia sanitaria.
Pero si hablamos de la adaptabilidad de la simulación, tampoco podemos dejar de destacar su versatilidad para abordar diversas disciplinas sanitarias. Por ejemplo, el artículo de Francesca Innocenti y sus colegas Simulation for Cardiopulmonary Resuscitation Training demuestra cómo la simulación puede adaptarse a habilidades clínicas muy específicas. La reanimación cardiopulmonar es un procedimiento crítico que salva vidas, y los autores exploran cómo la formación basada en la simulación puede proporcionar a los trabajadores sanitarios práctica. Pero la simulación puede trascender los límites tradicionales de las urgencias clínicas. Y nos da un ejemplo Marcela Stambullian en su artículo Juego de escape basado en la simulación clínica para la enseñanza de la nutrición, donde la simulación se aplica a una disciplina completamente distinta: la nutrición. En este enfoque innovador, el equipo desarrolló una simulación al estilo de una sala de escape para enseñar conceptos de nutrición clínica. Este formato lúdico pero educativo permitió a los estudiantes enfrentarse a complejos retos nutricionales de una forma muy inmersiva e interactiva.
Esta capacidad de pasar de un papel a otro, ya sea como herramienta de formación o como mecanismo de mejora sistémica, o de abarcar disciplinas tan diversas, subraya aún más la adaptabilidad de la simulación. La simulación es una herramienta versátil que puede satisfacer necesidades muy diversas. Entonces, hay que aprovecharla al máximo.