El mal uso de la simulación puede dar lugar a experiencias aterradoras y poco útiles con consecuencias traumáticas, especialmente en los profesionales sanitarios más jóvenes, como los estudiantes de enfermería. Una llamada a la acción para evitar las principales asociaciones negativas con la simulación.
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El problema
Un post en LinkedIn suscitó un debate sobre, llamémoslo por su nombre, el abuso de los estudiantes de enfermería en la simulación, ya sea por parte de educadores o profesores de simulación desinformados, sin formación pero bienintencionados, o peor aún, por parte de educadores o simulacionistas intencionadamente abusivos. A algunos educadores se les oyó decir que utilizaban «el choque y el pavor, endureciendo a los estudiantes para el mundo real». Para muchos, el paciente moría en todos los escenarios. Un simulacionista escribió: «He tenido que cambiar mi término de «equipaje de simulación» a «TEPT de simulación», estos pobres estudiantes fueron torturados, todas las malas prácticas de las que has oído hablar reunidas en un solo grupo. Simplemente vergonzoso».
Los educadores hospitalarios también escribieron que no veían ninguna posibilidad de ganar para los recién contratados.
Durante el COVID, muchos educadores se vieron abocados a la simulación sin ninguna preparación. Para algunos, esto ha continuado, con poca o ninguna formación. Y los resultados son claros.
Hay un problema subyacente: no se valora el arte y la ciencia de la educación. La ciencia cognitiva de la educación nos está ayudando a comprender la mejor manera de estructurar las experiencias educativas, pero ¿cuántos profesores (a tiempo completo y adjuntos) leen y aplican la investigación? Los educadores tienen la responsabilidad moral de utilizar las pruebas actuales, al igual que hacemos con la atención al paciente.
Soluciones
Para educadores
Los facilitadores de simulación no cualificados son peligrosos para nuestro futuro personal sanitario. No queremos dejar cicatrices en la formación que se trasladen a la práctica clínica. La formación en simulación es imprescindible. Existen cursos gratuitos y certificados de alta calidad. Los cursos de simulación deberían ser obligatorios en todos los programas de postgrado de enfermería. El desarrollo profesional y del profesorado debería ser la norma, con un espíritu de investigación y aprendizaje permanente. Construir una cultura de mejora continua en la formación de enfermería y en la práctica clínica con la retroalimentación entre pares como norma.
Para decanos y directores
Todos los decanos y directores necesitan ver una simulación. Los líderes deben responsabilizar a los educadores y apoyar la retroalimentación entre iguales que incentive las mejores prácticas. No todos los «buenos» educadores deberían trabajar en simulación: las cicatrices de la formación pasada se filtran en momentos inesperados y pueden perjudicar a los estudiantes en la simulación.
Para los organismos de acreditación
Los organismos de acreditación de enfermería deben solicitar documentación que demuestre la aplicación de las normas de simulación y el uso de las directrices de simulación del Consejo Nacional de Juntas Estatales de Enfermería (NCSBN) para las visitas in situ de los programas de educación de enfermería previos a la obtención de la licencia. Pedir opiniones a los estudiantes y al profesorado sobre sus experiencias de simulación. Identificar al profesorado experto en simulación y animarlo a presentarse como candidato a los consejos estatales de enfermería y a las juntas de comisionados de los organismos de acreditación o a formar parte de los comités de acreditación pertinentes.
Para los simulacionistas y las organizaciones de simulación
¿Ha llegado el momento de emprender una campaña del tipo «si ves algo, di algo» o «no más simulacionistas sin formación»? Es esencial tener en cuenta los documentos de posición individuales o conjuntos de las organizaciones de simulación que exigen un requisito de formación y validación de las habilidades de los simulacionistas.
Para los productores en el campo de la simulación
Los fabricantes de productos de simulación deberían comprometerse a compartir información sobre las oportunidades educativas que ofrece la simulación. Quizá debería haber una pegatina en cada dispositivo de simulación que dijera «ADVERTENCIA. Puede causar daños psicológicos. Para uso EXCLUSIVO de educadores/instructores formados».
¿Y si NO lo hacemos?
Las ramificaciones psicológicas son considerables y pueden contribuir al elevado nivel actual de agotamiento en enfermería. La forma en que respondemos como educadores a los estudiantes durante una simulación influye también en cómo crecen y se sienten hacia la enfermería y la educación.
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