Julher Rivera Prato propone el “Diamante de la Simulación”, un modelo de simulación clínica que articula dimensiones humanas, tecnológicas, metodológicas y espaciales. Esta herramienta ofrece una guía práctica para diseñar escenarios formativos inmersivos, seguros y efectivos, aportando valor a docentes, técnicos y profesionales comprometidos con una educación médica de calidad basada en simulación.
Imagina que estás a punto de comenzar una simulación clínica. La sala está lista, los monitores parpadean, el maniquí respira, y un equipo expectante te observa. Pero algo no encaja: falta coherencia, los roles se solapan, el aprendizaje se diluye. ¿Y si existiera un modelo que organizara todos estos elementos en una estructura clara, armónica y efectiva? El “Diamante de la Simulación” nace para responder a esa necesidad, integrando lo humano, lo técnico y lo pedagógico en una sola visión estratégica.
Introducción
La simulación clínica permite recrear situaciones complejas de atención sanitaria en un entorno seguro, favoreciendo el aprendizaje, la adquisición de competencias y la mejora de la seguridad del paciente [1,2]. Estudios recientes destacan que el aprendizaje mediado por simulación aumenta la retención de conocimientos y habilidades, mejora el trabajo en equipo , y reduce errores clínicos [3-5]. No obstante, la planificación de escenarios sigue careciendo de modelos integradores visuales que contemplen todas las dimensiones del proceso [6]. Este artículo propone el «Diamante de la Simulación» como un marco innovador que sintetiza los elementos clave necesarios para una simulación clínica exitosa.
Fundamentación conceptual
En la simulación clínica, cada componente debe contribuir a una experiencia educativa completa, integrando lo humano (interacciones, comunicación, empatía), lo tecnológico (simuladores, software, equipos), lo metodológico (diseño instruccional, objetivos, briefing/debriefing) y lo físico (espacios, materialidad, preparación contextual) [7,8]. La ausencia de cualquiera de estas dimensiones debilita la efectividad del aprendizaje. El Diamante de la Simulación surge como una representación simbólica y práctica de este equilibrio, donde todas las facetas se reflejan mutuamente y trabajan en sinergia para potenciar el aprendizaje significativo.
Materiales y métodos
Se realizó una revisión narrativa de literatura en PubMed, Scopus y CINAHL, utilizando los términos MeSH: «Clinical Simulation», «Medical Education», «Simulation Training», «Simulation Design». Se analizaron guías internacionales (INACSL Standards of Best Practice, SSH Accreditation Standards) y se entrevistó a expertos internacionales en simulación.
A partir de estos insumos, se diseñó el modelo Diamante.

Resultados
Componentes ampliados El modelo Diamante integra siete componentes esenciales, cada uno ampliado a detalle:
- Escenario de Simulación: Es el corazón operativo del modelo. Requiere una construcción precisa de casos clínicos, fidelidad contextual (alta o baja según objetivos) y una alineación estrecha con los resultados de aprendizaje. Aquí se practica la toma de decisiones, habilidades técnicas, comunicación y trabajo en equipo bajo condiciones controladas [1,2]
- Facilitador/Evaluadores: Son líderes educativos que cumplen múltiples roles: diseñadores instruccionales, observadores de desempeño, y motores del análisis crítico durante el debriefing. Deben estar capacitados en estrategias de retroalimentación, gestión emocional y metodologías como PEARLS o debriefing con buen juicio [3,4].
- Observadores: No son meros espectadores; su rol requiere entrenamiento para reconocer dinámicas de equipo, detectar errores latentes y extraer lecciones aplicables a su futura práctica. Aprenden a usar guías de observación y a participar activamente en el análisis posterior [5].
- Espacio de Observación: Incluye tecnología audiovisual (cámaras, micrófonos, monitores) y permite que los observadores, docentes y técnicos sigan cada detalle en tiempo real. Este espacio favorece la generación de evidencia audiovisual que será usada en la reflexión posterior, fortaleciendo el aprendizaje [6].
- Área de Briefing/Debriefing: No es solo un espacio físico, sino un entorno emocionalmente seguro. Aquí se establecen reglas, acuerdos de confidencialidad, objetivos del escenario, y luego se realiza el análisis profundo, donde se construyen significados y se transforma la experiencia en aprendizaje [7].
- Técnico en Simulación: Es el pilar invisible del modelo. Este profesional asegura el funcionamiento correcto de los simuladores, programa respuestas fisiológicas, maneja software y audiovisual, y crea efectos realistas mediante
moulage . Su rol es indispensable para lograr alta fidelidad y fluidez operativa [8]. - Espacio de Preparación/Moulage: Aquí se da vida a la escena: heridas, hemorragias, quemaduras, vestuario, y detalles ambientales que sumergen a los participantes en un entorno clínico verosímil. El moulage bien ejecutado aumenta la inmersión emocional y fortalece la conexión entre aprendizaje y práctica real [9].
Tabla comparativa

Discusión
El Diamante de la Simulación destaca componentes a menudo subestimados, como el rol del técnico y los espacios físicos, mostrando su relevancia en el éxito del aprendizaje. La falta de integración de estos elementos puede limitar el impacto educativo [6-9]. Este modelo proporciona un marco práctico adaptable como herramienta de planificación, capacitación y auditoría.
Limitaciones
El modelo requiere recursos materiales avanzados, personal capacitado y una infraestructura tecnológica adecuada, lo que puede restringir su aplicabilidad en entornos con bajos recursos. También demanda una coordinación interprofesional eficiente y compromiso institucional, y necesita validación empírica mediante estudios multicéntricos [10].
Conclusión
El “Diamante de la Simulación” no es solo un modelo visual: es una herramienta estratégica que permite integrar todas las dimensiones esenciales del aprendizaje basado en simulación. Su valor radica en visibilizar elementos frecuentemente subestimados y ofrecer un marco práctico para la planificación, evaluación y mejora continua de experiencias formativas. En un momento donde la simulación cobra cada vez más protagonismo en la educación sanitaria, este modelo puede convertirse en un referente para quienes buscan excelencia educativa con impacto real en la seguridad del paciente.
REFERENCIAS
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