¿Por qué reclutar pacientes simulados en el teatro?

Giovanni Micoli
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El actor no tiene la formación médica adecuada pero sabe estudiar un guión y es capaz de valerse de sí mismo como herramienta narrativa.
Giovanni Micoli, actor y director, nos lo explica.

No se trata de una novedad, sino de una figura nacida en los años setenta para enseñar a los médicos más jóvenes cómo mejorar su abordaje de diversas patologías, los errores que no deben cometer, pero también cómo construir una buena relación con los enfermos. Hablamos del paciente simulado, es decir, esa metodología de simulación donde el papel del paciente lo desempeña un individuo (el simulador) instruido para actuar sobre un guión basado en casos reales, convenientemente modificados, para representar a un paciente real.

Hacerse pasar por un individuo que sufre puede ser complejo y agotador. La participación de actores en escenas simuladas, por ejemplo el padre (actor adulto) que acude a urgencias pediátricas con su hijo (joven actor) de diecisiete años en dificultad psiquiátrica y con un alto grado de agresividad, les permite interpretar papeles difíciles, a veces peligrosos, aunque en un entorno seguro. Este tipo de escena, de hecho, puede ser extremadamente estimulante pero peligrosamente dolorosa para un actor. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que estas representaciones realizadas frente al personal del hospital y con la participación activa de médicos y enfermeras reales, representan, casi a un nivel inconsciente, una especie de cinturón de seguridad para el alma del actor quien, de esta forma, se siente libre de dar impulso a su creatividad actoral.

Quien escribe es Giovanni Micoli, actor, director y presidente de la escuela de teatro ‘La Stanza dell’Attore’. A menudo se enseña a los alumnos, como por ejemplo en nuestra escuela, el método Stanislavskij, una técnica teatral que, en pocas palabras, lleva al actor a sentir y seguir verdaderas emociones, instintos e impulsos durante la actuación, para ofrecer al público una representación más orgánica y realista del personaje. En la práctica, el actor que interpreta, por ejemplo, a un padre con dificultad a gestionar su hijo, durante la escena realmente puede experimentar sentimientos de molestia, incluso enfado provocados por cosas dichas o hechas por el personal de salud que puede utilizar tanto para aumentar la credibilidad de su personaje durante la simulación, como para orientar el debriefing posterior a la simulación, con el fin de crear un testimonio real de un padre molesto o enojado después de un acceso a la sala de emergencias, que en situaciones reales no se podría haber hecho explícito.

La participación de los actores, adultos y adolescentes, de la escuela de teatro La Stanza dell’Attore nació dentro de las simulaciones pediátricas propuestas y organizadas por el Centro de Simulación Meyer, y que recientemente nos vio implicados en el ejercicio que se celebró el 22 y 23 de Febrero en Florencia.

El trabajo preparatorio de los facilitadores de simulación y neuropsiquiatras fue fundamental para la redacción de una trama recitativa precisa, hasta llegar a un verdadero «guión teatral» con diversas probabilidades de realización de la narración con la que los actores pudieron antes conocer con precisión las patologías, comprender las influencias conductuales que ellas determinan y luego probar los escenarios e interpretar los diversos roles. En este sentido, para nosotros fue decisiva la constante relación con la Dra. Serena Marchetto, responsable del programa de simulación del Servicio de Urgencias de Meyer, tanto por haber escrito los «guiones» en colaboración con los especialistas en neuropsiquiatría, como por habernos aportado indicaciones para afinar al máximo nuestros instrumentos actorales.

Si por un lado siempre he interpretado al padre (aunque pronto se prevé la participación de otros actores adultos), por otro lado los jóvenes actores, que asisten a la escuela de teatro y que provienen de varias escuelas secundarias en Florencia, han interpretado a adolescentes en agitación psicomotora, trastornos de síntomas somáticos, delirios psicóticos, tendencias suicidas, etc. Para ellos la experiencia ha sido doble, sino triple: además de desempeñar un papel, han conocido profundas dificultades y sufrimientos, descubriendo también el corazón y el compromiso de los médicos y enfermeras para ayudar a los niños en estas situaciones, aumentando así cognición y confianza.

Estoy consciente de que el actor no necesariamente tiene una preparación médica adecuada, pero sabe estudiar un guión y sobre todo sabe utilizarse a sí mismo como herramienta narrativa, siguiendo los pedidos de facilitadores y organizadores, está acostumbrado a hacer ajustes constantes para la mejor puesta en escena. El valor de utilizar a los estudiosos del teatro como pacientes simulados reside, por tanto, no sólo en la capacidad del actor de ensayar las escenas varias veces para garantizar una representación precisa y realista, sino también, y diría sobre todo, en su capacidad de no dejarse limitar por el miedo escénico: acostumbrados a los ejercicios y espectáculos teatrales tienen, de hecho, la capacidad de pisar el acelerador interpretativo aceptando el miedo, pero sin dejar que sea un freno.

Este proyecto fue posible gracias al apoyo de la Fundación del hospital pediátrico Meyer de Florencia

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