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Ser miembro de una sociedad es como una moneda

Pier Luigi Ingrassia
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Nuestro redactor jefe Pier Luigi Ingrassia explora el papel de las sociedades de simulación y la responsabilidad de ser miembro de una sociedad en el desarrollo profesional

DOI: https://doi.org/10.69079/simzine.H24.n14.00023

Praga es el centro de atención este mes, ya que la Sociedad Europea de Simulación (SESAM) conmemora su 30 aniversario con su conferencia anual. En reconocimiento a este acontecimiento fundamental, hemos dedicado nuestra portada a la histórica ciudad, honrando el legado de la SESAM como la sociedad más antigua del mundo dedicada a la simulación sanitaria. Como corresponde, presentamos una entrevista con el primer presidente fundador de la SESAM, que rinde homenaje al visionario que sentó las bases de este extraordinario viaje. La Conferencia de la SESAM será también un momento personal importante, porque asumiré la dirección de la sociedad. Y en los últimos meses, más que nunca me he preguntado por el papel, no sólo de SESAM, sino de las sociedades científicas en el desarrollo de la simulación.

Durante más de 30 años, organizaciones como la SESAM han sido impulsoras clave en la transformación de la simulación, que ha pasado de ser una herramienta de formación de nicho a una parte integral de la educación y la práctica médicas modernas. Pero aún queda mucho camino por recorrer y su influencia debe ir mucho más allá de organizar conferencias y facilitar el intercambio de conocimientos. Sobre todo hoy en día, cuando acceder a la información está al alcance de un clic y encontrar colegas no es más que una búsqueda en Linkedin.

Las sociedades actúan como poderosos defensores, dando una voz unificada a nuestra misión compartida de hacer avanzar la simulación para mejorar la seguridad del paciente, la calidad de la asistencia y el acceso equitativo a los recursos de formación en todo el mundo. La recientemente publicada Declaración de Consenso Global sobre la Práctica Basada en la Simulación, elaborada por profesionales de 50 sociedades de 67 países, ejemplifica este impacto colectivo. A través de esta declaración de consenso, la comunidad de la simulación ha puesto de relieve retos universales y varias áreas críticas en las que la simulación puede mejorar significativamente la prestación de asistencia sanitaria, como su impacto en la seguridad del paciente y la equidad sanitaria, su papel en la rápida adaptación tecnológica y cómo su uso puede ser rentable ahorrando a los sistemas sanitarios importantes recursos, al reducir la necesidad de costosos entornos de formación clínica y disminuir la incidencia de costosos errores médicos. Pero para que este esfuerzo colectivo conduzca a un resultado concreto es imprescindible que las instituciones públicas y privadas, el mundo académico, las industrias y las sociedades científicas expresen formalmente su apoyo para corroborar la visión de la comunidad de la simulación y marcar un momento decisivo en este campo.

Pero para lograr un resultado concreto, ahora más que nunca es el momento de profesionalizar la simulación. Y para ello es necesario actuar a distintos niveles y de forma sinérgica y colaborativa. es necesario garantizar la calidad de lo que hacemos. La defensa de la acreditación, la certificación y las normas unificadas es fundamental para garantizar prácticas de simulación de la máxima calidad en todas las instituciones. El programa INACSL Healthcare Simulation Standards Endorsement™, que garantiza la adhesión a las mejores prácticas y normas, y el programa Becoming Simulation Faculty (BSF) del NHS de Inglaterra, que apoya el desarrollo profesional de educadores, técnicos y gestores de simulación, son dos ejemplos virtuosos que abordan esta necesidad.
Pero en este proceso de garantía de calidad no sólo podemos incluir a quienes hacen la simulación y dónde se hace, sino también lo que utilizamos para hacer simulación, es decir, los propios dispositivos. El camino que tenemos por delante implica esfuerzos de colaboración para establecer normas coherentes similares a las de sectores como la aviación, donde los dispositivos de simulación altamente codificados son la norma. Lograr esa normalización elevará el rigor y la credibilidad de la simulación en el ámbito sanitario.

Ha llegado el momento de exigir el reconocimiento formal de los profesionales de la simulación como carreras distintas dentro de los sistemas sanitarios de todo el mundo. Los educadores, técnicos y especialistas en simulación poseen una combinación única de experiencia clínica, conocimientos pedagógicos y habilidades tecnológicas. La formalización de estas funciones es vital para la sostenibilidad y el crecimiento de este campo. Como sociedades científicas, debemos intensificar nuestros esfuerzos para apoyar esta transición de funciones auxiliares infravaloradas a profesiones reconocidas con una remuneración y unas trayectorias profesionales acordes. 

Para que las sociedades sean influyentes, deben ser representativas, necesitan una base sólida de miembros. Debemos valorar las sociedades no sólo por los beneficios que recibimos, sino también por nuestra responsabilidad profesional colectiva. Así pues, la afiliación a sociedades científicas es un componente esencial del desarrollo y el crecimiento profesionales. Afiliarse a sociedades científicas es nuestra responsabilidad, nuestro deber, nuestro futuro. La afiliación a una sociedad es como una moneda: una cara representa la oportunidad y la otra, la responsabilidad.

PLI

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