Nabeela Sujee, simulacionista sudafricana, expone 4 razones para desarrollar la simulación como corazón de la asistencia sanitaria en la formación de los profesionales sanitarios.
Los monitores pitan de fondo, las alarmas se disparan y el equipo de la habitación intenta frenéticamente reanimar al paciente de la cama. La reanimación ha estado activa durante los últimos quince minutos y el equipo aún está intentando organizarse para tener un enfoque estructurado y colaborativo del tratamiento de este paciente. Las constantes vitales no parecen prometedoras y han pasado por alto una característica importante que ayudará a tratar a este paciente. ¿Morirá el paciente? ¿Llegará un superior y les ayudará a tratar este caso?
Y. Sí. Porque esta es una simulación.
Este es un espacio seguro para el aprendizaje y un espacio donde tenemos la oportunidad y el tiempo para hacer una pausa con el fin de reflexionar y reorientar. Un espacio seguro que se crea por multitud de razones. Analizaré cuatro de ellas. Uno es el aspecto de la educación clínica, las formas en que podemos permitir que el personal sanitario desarrolle su pensamiento crítico y su capacidad de toma de decisiones. La razón principal es garantizar que el paciente reciba una atención eficaz. Pero también hay otras razones que son relevantes para el campo de la educación en profesiones sanitarias y, lo que es más importante, para el entorno sanitario sudafricano. Esta segunda razón es que a través de la simulación y la inmersión de los estudiantes universitarios en escenarios clínicos les damos la oportunidad de reflexionar sobre su «por qué». ¿Por qué han elegido esta profesión, cuál es su valor añadido para el equipo sanitario y el sistema sanitario, y cómo puede esta percepción y conciencia de sí mismos y del equipo contribuir a mejorar su identidad profesional, su deber de cuidar y desmantelar las jerarquías que existen en el sistema? Mi profesión de asociado clínico (médico asistente/asociado), una profesión que sólo tiene 11 años de antigüedad en el país y que aún está relativamente poco reconocida, me ha permitido comprender la importancia de que los estudiantes sean conscientes de su contexto y de su propósito, garantizando la inclusión de todos.
La tercera razón es que el debriefing en la simulación nos permite mantener conversaciones que involucran a los participantes en procesos de pensamiento, suposiciones y reacciones emocionales. El objetivo es transformar nuestra forma de aprender y mantener conversaciones difíciles sobre dinámicas de poder, raza, género, sexualidad y diversidad cultural. Podemos simular y ser críticos con el sistema sanitario y las limitaciones de recursos que dificultan la prestación de una asistencia sanitaria eficaz en Sudáfrica. También nos brinda la oportunidad de profundizar y debatir otro «por qué» y de adquirir un sentido de comprensión y apreciación de dónde nos encontramos como país, este «por qué» se refiere a los legados poscoloniales y posteriores al apartheid que han dejado huella en el sistema sanitario sudafricano e influyen en cómo gestionamos a los pacientes en este entorno. Mi paso a ser profesora de la profesión de asociado clínico me dio el privilegio de comprender por qué este espacio seguro para el aprendizaje es parte integrante del plan de estudios. He sido educadora durante los últimos 9 años y me apasiona el aprendizaje experimental y la práctica reflexiva. Durante este tiempo, completé un diploma de posgrado en educación en ciencias de la salud, que reafirmó mi compromiso con el aprendizaje transformador y centrado en el estudiante. Sin embargo, seguía creyendo que necesitaba profundizar en la defensa de la justicia social en la educación sanitaria, por lo que cursé un máster en Medicina en Bioética y Derecho Sanitario.
Mi investigación se centró en la ética de la intervención de los profesores de ciencias de la salud cuando sospechan que un estudiante padece una enfermedad psiquiátrica. Esto me abrió los ojos a la función del deber de asistencia en la educación y, concretamente, a cómo puede aplicarse a la formación de los profesionales de la salud. Con esta nueva pasión, pasé a gestionar y enseñar activamente en el espacio de simulación y asumí el cargo de Coordinadora de Simulación en el Centro de Educación en Ciencias de la Salud de la facultad. Este cambio me ha permitido comprender la cuarta importante razón por las que la simulación proporciona un espacio seguro que es vital paEstas redes abarcan todas las titulaciones de la facultad.ra el entorno educativo, clínico y, sinceramente, para cualquier entorno de trabajo. Esta cuarta razón se refiere al debriefing estructurado que tiene lugar después de una simulación. Esto permite que se muestren las vulnerabilidades y se hable de ellas, cultiva un entorno de confianza y respeto mutuo. Esto también coloca ahora una responsabilidad en el educador para crear espacios psicológicamente seguros y, en última instancia, ha fortalecido mi determinación de asegurar que todos los facilitadores que participan en la simulación no sólo estén capacitados en el debriefing, sino que también puedan sentir que están en un espacio que es seguro para ellos para diseñar y facilitar experiencias de aprendizaje auténticas.
Mis propias experiencias y mi pasión por mostrar un deber de cuidado hacia los pacientes, los estudiantes y los compañeros del personal sanitario han influido en mi forma de coordinar el laboratorio de simulación y de mantener y cultivar las relaciones en toda la facultad. Esto me permitió empezar a abogar por la inclusión de la simulación en varios programas. Empecé presentando la simulación a la gente que conozco y a la que me presentaron en este puesto. Estas redes abarcan todas las titulaciones de la facultad. A continuación, nos dedicamos a diseñar escenarios contextualizados, y yo me encargaba de modelar el diseño y el debriefing para el equipo y/o de organizar un taller para capacitar al equipo docente en estas habilidades, de modo que pudieran co-facilitar sesiones para sus estudiantes y equipos sanitarios. Me siento agradecida a diario por el puesto que ocupo, que me permite asumir ese papel de justicia social en la educación y abogar por el cuidado: el cuidado de los estudiantes y su proceso de aprendizaje, el cuidado de los educadores y lo que necesitan después de una sesión de debriefing y, sobre todo, el cuidado de los pacientes. En última instancia, creo que crear este entorno inclusivo y seguro permite que todo el mundo se sienta como en casa en el laboratorio de simulación, un lugar donde aprender, donde crecer y donde encontrar y estar seguro de su «por qué».
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